La clave de saber interpretar los tiempos

“Los buenos tiempos crean débiles. Los débiles generan tiempos malos. Los malos tiempos crean personas fuertes. Y los fuertes generan tiempos buenos”.

Es algo que escuche hace algún tiempo, y se trata de un análisis basado en una lectura de las épocas a través de la historia de la humanidad.

La naturaleza es evolutiva y cíclica a la vez. O sea que evoluciona mediante ciclos. Estos ciclos, llamados también como estaciones, son los que proporcionan los procesos naturales para la vida. Cada estación y fenómeno climático, tiene el propósito de dotar a los ecosistemas con diferentes capacidades necesarias para el nacimiento, el crecimiento, fortalecimiento y fructificación, que sirve para la realización y retroalimentación de toda la expresión de vida en cada sistema.

Cada etapa o situación sirve para algo. Ese algo lo terminamos definiendo con la interpretación que le demos y como actuemos en consecuencia en el momento. Ahí es donde radica la propia responsabilidad consciente o inconsciente. En como respondemos a la situación dada.

Lo que sucede, como los fenómenos climáticos o las estaciones, no lo podemos cambiar, pero podemos decidir cómo utilizarlas. En nuestra contra, resistiéndonos al cambio, quejándonos en víctima, o aceptando lo inevitable y apalancándolo a nuestro favor. Dependerá de la pregunta que nos hacemos frente a la situación.

“¿Qué es lo mejor que puedo hacer con esto?”

Hay estaciones, situaciones, procesos que nos gustan más que otros, pero cuando entendemos los ciclos inevitables de la vida, en vez de sufrirlos, ¡podemos prepararnos para transitarlos mejor!

Si algo está sucediendo, es porque es justo lo que necesitas que suceda. Aunque en el momento quizás no lo entiendas.

Si llueve, es porque se necesita hidratación. Si hay viento, es porque se necesita fortalecer para fijar lo que está creciendo, enraizándolo y también esparcir semillas, recursos para expandir y nutrir.

El frio del invierno es para un trabajo en lo profundo. No se ve, porque no es a nivel superficial. Es un tiempo para trabajar la fortaleza mental, emocional y espiritual. Es en los momentos duros donde se forja el carácter. ¡Siempre habrá inviernos, PREPARATE!

Los inviernos no duran por siempre, por más que a veces parece demasiado tiempo por la crudeza de la experiencia, sino que la primavera siempre llega.

La primavera trae oportunidades nuevas, para utilizar las fortalezas y habilidades trabajadas durante el invierno en aprovecharlas al máximo. Solo hay que saber leer el tiempo y estar preparado.

Le sigue el verano. Es el tiempo para dar vida y proteger a tus valores. Son aquellas cosas, personas y proyectos más importantes de la vida. Proteger lo conquistado con determinación.

El otoño es para los que hicieron el trabajo y apreciaron cada experiencia y aprendizaje sin rendirse. Es la estación de la cosecha. Es tiempo de recolectar los frutos del trabajo y la dedicación con esfuerzo y paciencia durante todo lo transcurrido.

Claro que los que claudicaron durante el invierno y aflojaron ante la impaciencia o no gestionaron la ansiedad para saltearse los procesos naturales de una vida con propósito, no tendrán frutos para recoger o no obtendrán todos lo que podrían tener.

Esta vida está diseñada para responder al MERECER y no al NECESITAR

Hace varios años, cuando decidí sobre el mensaje que quería transmitir escribiendo y hablando, sentí que los valores estaban en juego tanto en el presente como en el futuro.

Los valores son costosos, por eso valen; porque nos cuestan. Aquello que más protegemos es porque representa lo que más valoramos.

Los procesos de la vida son para cultivarlos y fortalecerlos para expresar lo mejor de ser humanos. De lo contrario, solo seremos producto de los impulsos sensuales primitivos que exigen satisfacción inmediata en nombre de la supervivencia.

Esto último es el caldo de cultivo de las personas débiles. Porque sucumben a satisfacer una necesidad del momento, careciendo así del carácter necesario arraigado en un espíritu centrado, fuerte, comprometido con un bien superador, mucho más virtuoso y superador que el placer momentáneo de quien supo sostenerse ante el viento recio, el frio penetrante en la noche más oscura de incertidumbre, como también haber soportado el intenso calor abrasador, entendiendo que la vida sucede PARA él y no CONTRA él.

Alguien dijo que “la vida y los negocios son como las estaciones”.

Están ahí, simplemente suceden.

Pero como líderes, emprendedores, empresarios, como país, necesitamos decidir si las usamos para debilitarnos y sufrirlas o para fortalecernos aprovechándolas para hacernos mejores personas y creando mejores comunidades y empresas donde vivir y trabajar.


Fuente: noticias.perfil.com

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